domingo, 31 de enero de 2010
La que he liado
A raiz del dibujo de hoy he escrito un cuento
El aire especial de Ramiro.
Ramiro de la Fuente Alvarez era un señor muy bien educado que vivía en una gran ciudad. Apenas se daba vueltas por las inmediaciones de la urbe, porque estaba siempre muy atareado con todas las gestiones que le encargaban en la oficina, de la que era recadero. Ramiro de la Fuente Alvarez jamás había pisado la Campiña del Buen Garbeo, que era así como se denominaba el descampado de las afueras donde se encontraba el aire más limpio de la zona.
Erase que se era una oficina de marketing y relaciones públicas. Erase que se eran una sarta de millonarios excéntricos tratando de encontrar algo novedoso de lo que enorgullecerse y fardar. Erase que se era unos empresarios avispados, deseosos de encontrar que vender para así engrosar sus peculios. Erase que se era el aire mas limpio de la zona. Erase que se era un oficinista, el pringado mas seguro de su importancia, que currelaba a horario fijo en una empresita mínima, siempre al mandado de terceros. Erase una empresita mínima con ganas de medrar y unos jefes algo desaprensivos... que miran en torno suyo y eligen una cabeza de turco para su plan perfecto que no falla...
Conclusión: los jefes de Ramiro de La Fuente Alvarez le mandaron hace tres años que fuera a la mencionada campiña y les llenara el bolsillo de la camisa con puñados de aire. Un aire único que Ramiro tenía que envasar con esmero y de modo artesanal en unos botellines que guardaban en los almacenes. La labor de Ramiro era dificil y algo grotesca, por no decir muy grotesca. Al cabo de quince dias, empleado durante ocho horas diarias en apañar el aire a manotadas y tratar de que no se le escapara por entre los tejidos de su ropa, los periodistas de diversos medios comenzaron a dar publicidad a una historia, como ellos lo llamaron con mucha ironía y retintin de “tesón e inigualable amor por el trabajo”. El aire se le escapaba, no llenaba casi nada el bolsillo, y dia tras día el cincuentón volvia derrotado a la oficina, para llenar lo que el consideraba que era apenas dos terceras partes del recipiente, que inmediatamente tapaba con un corcho para que no se le escapara el tan preciado gas. Enseguida los millonarios se apercibieron de que el aire de esa campiña era, como decía en la revista mas chic del mercado, “una delicia para los pulmones y un saludable receso para un dia lleno de preocupaciones”. Ramiro de la Fuente cobró celebridad. Su fotografía aparecia tanto en publicaciones de actualidad como de forro de las carpetas de los adolescentes. Su historia se vendía como churros, y el pobre hombre era el hazmerreir de toda la alta sociedad con sus sudorosas explicaciones, proferidas entre visaje y visaje por apañar un aire lleno de sonidos de claxon, voces de niños y flashazos de los fotografos que dia tras dia se arremolinaban en torno suyo para no perder ripio de la atracción que suponia su quijotesca cruzada en pos del aire. Despues de una gran subida en las ventas del aire envasado, salieron competidores al negocio. Otros hombres y mujeres de diferentes edades trataron de hacer la competencia al negocio del aire envasado. Pero el marketing de la empresa de nuestro hombre se basaba en un punto clave: todos aquellos otros sujetos eran mas o menos bien parecidos, mas o menos agradables al trato, mas o menos eficaces... pero para nada tan risibles como el larguirucho y calvorota de Ramiro, con su afectada seriedad y sus ínfulas de superioridad. Al cabo de un tiempo, y aunque las ventas se estancaron algo, los competidores tuvieron que cejar en su empeño en gran medida. El aire envasado que nos ocupa, si bien no quedó como monopolio, si tomó un viso mayoritario en la cuota de mercado. Ramiro de la Fuente continúa haciendo lo que le hacen los jefes, va de ocho de la mañana a seis de la tarde a la campiña y da continuas manotadas en el aire límpido de la sierra para apañar cuanto mas aire limpio pueda. Sobre todo ahora, que los curiosos le han respirado tanto alrededor que Ramiro se pregunta cuanto de limpio seguirá teniendo el valioso aire.